Capítulo 1 -Partimos del Hogar hacia rutas salvajes-
Este pasado Viernes, llevé a cabo mi plan de salir de Téramo por el primer sendero que encontrase.
Amaneció un día de mierda, lluvioso en la ciudad y quién sabe si nevoso (qué?) en la montaña. Desperté a la Cleptómana. Lloró durante unos segundos porque no había escuchado el despertador y había perdido la fabulosa oportunidad de ir a clase. Así que decidió apuntarse al plan.
Ambos nos convencimos de que era un día estupendo para hacer senderismo y nos pusimos en marcha.
Para tan arriesgada ruta hacia lo salvaje de la naturaleza, uno necesita equiparse adecuadamente. Clep sacó sus botas de montaña y su chubasquero. Yo, mis zapatos de la boda y mi chupa de cuero. Si hubiera sabido lo que iba a encontrarme allí arriba, lo habría pensado dos veces. En realidad no, creo que estoy loco.
A las 10 de la mañana partimos del hogar.
Armados con 2 bocadillos de chorizo y otros dos de chorizo con queso caducado, atravesamos Teramo rumbo al pie del Gran Sasso. Bueno, al pie de un monte que está aquí al lado.
Cogimos un camino asfaltado con una inclinación de 30º. No tuvimos que andar demasiado para girarnos y disfrutar de unas bellas vistas de la ciudad de los héroes.
Si no es naturaleza, ¿qué nos puede ofrecer un pueblo como este?
Capítulo 2 -La Casetta 27, el perro y el águila-
¿Quién dijo que no había Club de Alterne en Teramo?
Lo hay. Está subiendo unos 200 metros la carretera que se ve en la foto anterior y se llama la Casetta 27. Recibe este nombre porque es una Caseta. jajajajajajajaja perdonadme, no debería escribir mi risa.
Como decía, es una Caseta. Lo de 27 no se por qué. Quizás no sea un puti, pero el decorado rojo, las dos cámaras de seguridad y los restos de una fiesta-bacanal en la parte de atrás así lo indican. No voy a subir el video que grabé porque dura demasiado y tarda mucho en cargarse. Pero creedme que será utilizado para algún montaje posterior, porque merece la pena.
Yo estaba tranquilamente grabando la Casetta 27, cuando me giro y veo a la Cleptómana asaltando el recinto por un lateral. Por algo le pusimos el mote. Aquí la amiga, aprovechó un punto ciego de las cámaras y consiguió atravesar unos setos, accediendo a la finca. No contenta con su hazaña, me pidió la cámara y grabó las bolsas y botellas que había en el patio. Lo raro es que no buscara sobras o algo útil entre la basura.
No se si la mafia tiene algo que ver con este sitio, pero nos tienen perfectamente grabados con pinta de subnormales.
Aunque "La Casetta 27" se presentó como el fin del terreno civilidado, la verdadera puerta hacia lo salvaje estaba custodiada por "Can Cerberos", un peligroso perro de tres cabezas que no dudó en mostrar sus innumerables colmillos. Clep consiguió apaciguar a la bestia y conseguimos entrar en lo desconocido, en lo salvaje...
Mientras tanto, la atenta mirada del Águila observaba a estos aventureros, un conquistador extremeño y una pastora gallega. La aventura solo acababa de comenzar.
Capítulo 3 -El desafío del Carballo-
Las decisiones que debe tomar un montañero sobre qué camino seguir, nunca son fáciles. Si el Enterrador y Clep hubieran tomado el sendero de la derecha, esta historia, seguramente, no merecería ser contada con tanto detalle.
A nuestra derecha: un camino embarrado que seguía recto hacia nuestro destino. A la izquierda: naturaleza, campo, bosque sin sendero y con mayor inclinación, barro, nieve, jabalíes...
Rodeados de un paisaje realmente fascinante, subimos la ladera de la montaña nevada como Alexander Supertramp caminaba por Alaska. Estábamos satisfechos, estábamos donde queríamos estar, habíamos encontrado lo que buscábamos.
De repente, un roble enorme interrumpió nuestro camino. Yo conocía la fascinación que le provocaba esta especie a mi compañera, pero aún así fue un encuentro casi sexual.
Siempre me ha gustado escalar, trepar, hacer el mono, tentar a las alturas, arriesgarme al suicidio. Lo intenté, pero las ramas se rompían, mis zapatos de suela lisa no ayudaban y todo estaba demasiado mojado.
Subir a un Carballo es un desafío que sólo los más expertos montañeros pueden superar. Quizás la próxima vez.
Capítulo 4 -La Hazaña del Glaciar-
Prácticamente había desaparecido el miedo a ser atacados por algún animal. La posibilidad de encontrarnos con algún resto de civilización también había desaparecido. Empezábamos a convertirnos en un elemento más de la montaña, casi sentíamos el latir de la naturaleza en nuestro interior.
Mientras yo analizaba la situación de los puntos cardinales tomando como referencia el deshielo, Clep contaba las horas de sol que sometían a cada una de las partes de la montaña en los días poco nublados.
Los siguientes documentos visuales muestran cómo, hasta la expresión de nuestras caras, empezaba a cambiar. Había experiencia en la mirada de Clep. Mientras ella buscaba una garrota para mantener controlada la montaña bajo sus pies, yo trabajaba con la inclinación de la ladera.
Todo parecía ir bien hasta que, después de atravesar unas moreras asesinas, nos dimos "in our fucking faces" con un enorme campo arado y nevado.
Hazaña: Atravesar corriendo una ladera arada y nevada (en manga corta)
Estado del aire: -15º
A partir de ahora, la montaña esperaría nuestros pasos con respeto y reverencia.
La ciudad de los Héroes tiene esa característica especial. Mires por la calle que mires, siempre verás montañas rodeándote.
El acto de vencer a una montaña es un proceso. Por ello, nos dirigimos hacia el pico izquierdo, el más bajo.
Por supuesto que entramos en el bar. Desde la planta de arriba se veía todo la ciudad. En la planta baja había una cocina, un salón con algunos muebles rotos, un sofá y los baños.
La naturaleza cubre el paso del hombre, convierte en ruinas el presente, vence.
Capítulo 6 -El último ascenso, La derrota de la montaña-
El final de la aventura se estaba acercando. Volvíamos a casa contentos. Comiendo nuestros bocadillos.
Justo cuando íbamos a comenzar el descenso, nos miramos y miramos la otra antena, la cima de la montaña. No podíamos irnos de allí sin alcanzarla. Qué íbamos a decir cuando estuviéramos abajo y la mirásemos. "Casi llegué". Pues no. "Llegué".
Con los pies y manos congelados; embarrados y sedientos, emprendimos nuestro último ascenso. El más corto, pero el más complicado y el más peligroso.
La primera fotografía está echada a los pies de la última subida. En ella podemos ver el camino que comunicaba las dos cimas. La primera es la que se ve al fondo con dos antenas.
En esta otra foto, la Cleptómana corre para coronar el objetivo final. No porque se viera con fuerzas a estas alturas del viaje, después de 4 horas de ruta, sino porque o corrías, o te resbalabas o te hundías. Mientras, yo hablaba por teléfono con mis hermanos calvos, que desde su máxima locura heroica, pretendían que nos sentásemos a esperarles.
Una vez completada la hazaña y finalizado el ascenso, un pequeño manantial esperaba como nuestro premio final. Habíamos vencido a la montaña, habíamos conquistado la naturaleza, dominado el frío, domado los animales más salvajes, superado las condiciones más adversas, escalado el Gran Sasso, o lo que fuera que escalamos. En lo más alto, uno se siente realizado, se siente héroe. Y lo fuimos. La Cleptómana y El Enterrador habían caminado "Hacia Rutas Salvajes" y seguían con vida. Como me acabo de flipar.
Por cierto, os invito a que busquéis mi pie derecho.
La foto de la Victoria.
Capítulo 7 - El descenso, el río y el encuentro-
Comenzamos a descender, ahora ya por un sendero, una mierda de sendero. Estábamos tan animados que nos pareció buena idea una batalla de rocas (no bolas) de nieve. Clep se cayó, bueno, la tiré.
Descendimos la montaña orgullosos, con la cabeza alta para tragar el chorizo y el queso caducado de los bocadillos. El perro de tres cabezas nos vio llegar de lejos y se escondió entre quejidos. Era obvio, él lo sabía. Sabía que no éramos los mismos, éramos fuertes supervivientes, viejos montañeros. Solo cabía llorar ante nuestra presencia.
Para estar definitivamente en la Ciudad de los Héroes solo había que cruzar el río, o rodearlo buscando algún puente. En ese momento llamó Vir, que estaba dando un paseito agradable siguiendo el curso del río con su hermano Javi y el amigo de su hermano, Javi.
Estos chicos no nos conocían de nada. Sus caras cuando vieron a dos personajes llenos de mierda, cruzando un río con una tranquilidad pasmosa, después de haber cruzado una autopista en obras... bueno, sin palabras. Dos héroes teramanos salidos de la profundidad de la naturaleza, dos locos que desconocen cualquier protocolo civilizado, salieron de las aguas de un río marrón para saludarles con entusiasmo.
Esta es la historia de nuestra aventura. La historia de la Ruta "Into the Wild". Esperemos ser más expedicionarios la próxima vez.
"Es peligroso amigo, cruzar tu puerta. Pones tu pie en el camino y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden a llevar" Bilbo Bolsón